Erigido en 1677 con el más puro estilo mudéjar en la época Colonial, perteneció al Convento de la Encarnación. Este edificio antiguamente servía como puerta de entrada a la Ciudad Real, y en la actualidad ha sido adoptado como símbolo de identidad de la misma.
Esta construcción, única en México, es considerada parte del muestrario Mudéjar Chiapaneco por su planta cuadrada de macizas proporciones, sus aplicaciones ornamentales en argamasa y la bóveda octogonal de madera con una estrella de ocho puntas, que recuerda los alfarjes del Arte Islámico.
Se considera “El Edificio Colonial más llamativo de la Ciudad” y “uno de los Monumentos más notables y singulares del Nuevo Mundo”.