El majestuoso balcón natural del Sumidero tuvo como origen un largo proceso de fallas geológicas. Tiene un alto valor histórico y ecológico, cuenta con 21,789 hectáreas en cinco municipios del estado de Chiapas, a pocos kilómetros de su capital, Tuxtla Gutiérrez.
El cañón consiste en un imponente acantilado que se eleva sobre el cauce del río Grijalva. Sus muros, que alcanzan los más de 1000 metros de altura, se han convertido en uno de los paisajes más impresionantes de México, nominado desde hace tiempo para ser una de las Siete Nuevas Maravillas Naturales.
En cuanto a la fauna, ahí viven jaguares, ocelotes, mono aullador, nutrias de río, tucanes, guacamayas rojas y cojolites. Está considerada como una ampliación de la Reserva de la Biosfera Montes Azules, ya que funciona como un puente ecológico entre las selvas de Chiapas y Guatemala.
La luz y el calor sobre las paredes del acantilado, así como sus abundantes escurrimientos han propiciado el surgimiento de varios microclimas en la vegetación y fauna en diferentes alturas del cañón. Algunas de sus especies endémicas (exclusivas de esta zona) son la salamandra lengua hongueada, la cuija mexicana, el chupaflor Canelo, el sapo Jaspeado, la mojarra de Chiapa de Corzo y el encino Enano.
El parque es frecuentado por decenas de miles de visitantes que gustan de practicar la bicicleta de montaña, el nado, el kayak y el rapel, además de ofrecer una de las vistas más espectaculares de México a través de sus 5 miradores y el increíble paseo a través de lanchas a lo largo del río.
Dentro de la zona se encuentra la presa hidroeléctrica de Chicoasén, una de las mayores obras mexicanas de ingeniería hidráulica, con un embalse de 32 kilómetros de largo que abarca la totalidad del cañón.
Por su riqueza ecológica fue decretado Parque Nacional el 8 de diciembre de 1980. En 2004 fue clasificado como sitio Ramsar (humedal de importancia internacional).